La intensa presión, el elevado calor y los gases corrosivos de la atmósfera a nivel del suelo en Venus constituyen un cóctel tan destructivo que pueden inutilizar a la nave espacial más robusta en cuestión de horas.
Sin embargo, a unos kilómetros de altitud, la atmósfera es menos densa, menos caliente y, en definitiva, mucho más acogedora para la exploración robótica.
Uno de los conceptos de misión a las capas altas de la atmósfera de Venus prevé el trabajo en equipo de un globo en esa franja atmosférica con una nave fuera de ella, en órbita al planeta.
Para poner a prueba la viabilidad de este concepto de misión, un equipo de científicos e ingenieros del Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL) de la NASA, en el sur de California, y de la empresa Near Space Corporation, en Tillamook (Oregón), de Estados Unidos, realizaron recientemente dos vuelos con éxito de un globo prototipo que tiene aproximadamente un tercio del tamaño del que tendrá la versión definitiva.
El reluciente globo plateado ascendió más de 1 kilómetro de altura sobre el desierto de Black Rock en Nevada, hasta un sector de la atmósfera terrestre en el cual la temperatura y la densidad atmosféricas se parecen a las que experimentaría el aerobot a unos 55 kilómetros de altitud sobre la superficie de Venus.
El objetivo final del aerobot sería viajar llevado por los vientos de Venus, flotando de este a oeste, circunnavegando el planeta durante al menos 100 días. El aerobot serviría de plataforma para una serie de investigaciones científicas, desde la vigilancia de la atmósfera en busca de ondas acústicas generadas por los terremotos de Venus, hasta el análisis de la composición química de las nubes. El orbitador que lo acompañaría recibiría los datos del aerobot y los transmitiría a la Tierra, al tiempo que proporcionaría una visión global del planeta.