Un estudio calculó que las actividades acuáticas recreativas están relacionadas con 90 millones de enfermedades, con el peligro que conlleva para embarazadas, niños pequeños y aquellos que tienen sistemas inmunológicos vulnerables.
Un estudio indica que las actividades acuáticas recreativas están relacionadas con 90 millones de enfermedades, siendo la natación uno de los principales catalizadores de infecciones respiratorias, de oídos y de la piel a través del agua.
Los patógenos que se encuentran en piscinas, lagos, ríos y playas pueden provocar enfermedades graves, incluidas enfermedades gastrointestinales e incluso exposición a bacterias carnívoras.
Qué personas son más vulnerables
Esos 90 millones de enfermedades, y la posibilidad de múltiples bacterias, hacen que durante un periodo de tiempo, que suele ser corto, varios grupos de personas no deban estar en contacto con piscinas, playas, ríos, lagos… Es el caso de las embarazadas, los niños pequeños, y las personas cuyo sistema inmune está comprometido.
Evitar tragar agua es más ya una cuestión de salud, que una cuestión de ahogarse solamente. Si acudes a bañarte y tienes heridas, limpia regularmente las heridas para evitar la entrada de bacterias y cualquier infección.
La exposición a organismos transmitidos por el agua podría presentar un problema importante de salud pública.
Se ha demostrado que las aguas de baño contribuyen a la transmisión de enfermedades y representan un reservorio y una vía para la diseminación de organismos resistentes a los antimicrobianos.
Infecciones en piscinas
Las piscinas son una fuente importante de enfermedades. Las aguas tratadas químicamente, como las piscinas, son uno de los puntos de exposición a Criptosporidium, un parásito fecal que puede causar una enfermedad gastrointestinal llamada criptosporidiosis, si se ingiere. Si las personas tragan ese agua contaminada, pueden enfermarse.
La doctora Lakshmi afirma que “si tuviste una enfermedad diarreica, no te metas a la piscina durante un par de semanas, y si tienes un niño pequeño y ha tenido una enfermedad diarreica, trata de no meterle en la piscina durante al menos dos semanas”.
Una investigación reciente añade otra información muy importante: la distribución de los genes de resistencia a los antibióticos las comunidades bacterianas en las piscinas y determinamos los factores que influyen y la posible exposición humana.
Infecciones en ríos, pantanos y lagos
Las aguas recreativas no tratadas están relacionadas con 140 brotes que causaron alrededor de 5.000 enfermedades entre 2000 y 2014, según el CDC. Además de criptosporidiosis, se incluyen: norovirus, E. coli y bacterias de la familia Shigella.
El nado vuelve a ser la actividad más comprometedora para nuestra salud, ya que en el agua dulce puede haber amebas peligrosas. La epidemióloga recomienda usar pinzas nasales. La bacteria Naegleria fowleri pueden llegar al cerebro a través de la cavidad nasal. En los estuarios puede llegar a haber bacterias carnívoras también.
Infecciones en el mar
Las enfermedades marinas podían provenir de la proliferación de algas, amebas y patógenos fecales. Y un estudio publicado el 23 de julio del 2018, por el grupo de investigación y educación ambiental “Environment America”, encontró que alrededor de 2.600 de 4.500 playas en Estados Unidos registraron niveles de bacterias por encima de los umbrales que la Agencia de Protección Ambiental (EPA) marca para nadar de manera segura. La EPA estimó que cuando las personas nadan en esas aguas, es probable que 32 de cada 1.000 personas enfermen.
El principal contaminante, el humano. “Los dos principales impulsores de la contaminación en nuestras playas que pueden hacer enfermar a las personas son la contaminación por escorrentía (agua que llega de carreteras y zonas tratadas con tóxicos) y el desbordamiento de aguas residuales”, dijo el coautor del informe John Rumpler, director de aguas en “Environment America”.
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