La elección de Qatar en 2010 como sede del mundial desató una ola de debates y controversias por la situación de los derechos de minorías que continúan hasta el día de hoy, cuando faltan días para su inicio.

Y es que no sólo se trata de una una localización atípica por el calor extremo, que llevó a retrasar el inicio hasta noviembre para la competencia, sino que también el país, una monarquía islámica ubicada en el golfo Pérsico, ha sido criticado por organizaciones de derechos humanos por su tratamiento de la comunidad LGBTQ.

En Qatar el islam es la religión oficial, y el sunismo wahabita la facción más representativa. Su rey actual es el jeque Tamim bin Hamad Al Thani, quien es visto como un modernizador dentro de un país muy conservador.

La situación de la comunidad LGBTQ

Qatar es uno de los 70 países en el mundo donde están criminalizadas las relaciones sexuales entre personas del mismo género, de acuerdo con Amnistía Internacional.

En el país se aplican penas de hasta siete años de prisión por violación de los artículo 285 y 296 del código penal, referidos a estas relaciones.

De acuerdo con Human Rights Watch, hay reportes de miembros de la comunidad LGBTQ arrestados por su actividad online, y el gobierno censura regularmente contenidos relacionados con identidad de género y orientación sexual.

En preparación para el mundial, el gobierno de Qatar ha dicho que aceptará con «tolerancia» a turistas que pertenezcan a la comunidad LGBTQ y que no coartará su expresión. Pero hay dudas sobre cómo se tratará, al mismo tiempo, a los ciudadanos qataríes.

En octubre, Qatar elogió a la selección masculina de Australia por sus esfuerzos para crear conciencia sobre «asuntos importantes» y dijo que «ningún país es perfecto», dijo un portavoz del Comité Supremo de Entrega y Legado de Qatar.

“Felicitamos a los futbolistas que usan sus plataformas para crear conciencia sobre asuntos importantes”, dijo el portavoz del Comité Supremo de Qatar, en respuesta al llamado de reformas en el país de los futbolistas antes de la próxima Copa del Mundo en Doha.

“Ningún país es perfecto, y todos los países, anfitriones de grandes eventos o no, tienen sus desafíos”, dijo el portavoz.

“Las nuevas leyes y reformas a menudo toman tiempo para establecerse, y la implementación sólida de las leyes laborales es un desafío global, incluso en Australia”.