El Cristo Negro de Esquipulas es venerado cada 15 de enero por miles de peregrinos que proceden de Centroamérica, México y otros países de América Latina.

El origen de esta magnífica escultura es humilde, derivado del deseo de los habitantes de Santiago de Esquipulas de venerar una imagen del Dios generoso del que tanto les habían hablado los franciscanos.

De esa cuenta, el provisor del obispado fray Cristóbal de Morales contrató en 1594 al escultor portugués Quirio Cataño para que tallara “un crucifijo de vara y media, bien acabado y perfeccionado”, cuyo trabajo sería retribuido con cien tostones, reunidos por los campesinos del lugar.

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El Cristo Negro de Esquipulas, que era encarnado y que adquirió su color oscuro por una oxidación producida por el humo de las velas y el incienso al que estaba expuesto, fue entregado a las autoridades eclesiásticas, quienes eligieron el 9 de marzo de 1595 como fecha del comienzo de su devoción.

La imagen es de estilo manierista. El historiador Aníbal Chajón asegura que Cataño tomó como referencia para su talla unos grabados alemanes. Los rasgos de la caja torácica y la configuración del vientre son muy realistas, destaca Chajón.

Quirio Cataño fue uno de los escultores coloniales más relevantes del Reino de Guatemala. .

El primer arzobispo de Guatemala, fray Pedro Pardo de Figueroa, pidió construir, en 1740, un colosal templo de estilo barroco a Diego y Felipe José de Porres, célebres arquitectos antigüeños.

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