La fecha 4 de febrero de 1976 quedó para eterno recuerdo de los guatemaltecos ya que ese trágico día tuvo lugar un fuerte terremoto que dejó miles de paisanos fallecidos y grandes pérdidas económicas.
El movimiento despertó a millones de personas que descansaban, ya que el reloj marcaba las 3 de la mañana con 33 minutos.
Fueron 35 segundos que bastaron para arrebatarle la vida a 23 mil personas según el conteo oficial, aunque otras fuentes señalan que fueron 25 mil, así como 77 mil personas heridas. El impacto del fenómeno telúrico fue tal que una tercera parte de las viviendas del país fue destruida.
El terremoto fue registrado como de 7.5 grados Richter y el epicentro se localizó en el municipio de Los Amates, Izabal. Este fue sentido en los 17 de los 22 departamentos del país.
Según testigos del terremoto y crónicas periodísticas era una madrugada fría, había confusión porque no había luz eléctrica y se escuchaban gritos de personas pidiendo ayuda, así como de sirenas de ambulancia, era un caos total.
Al amanecer de ese día se podía observar la magnitud de la tragedia. En la capital zonas populares como la zonas 2, 3, 6 y 7 se llevaron la peor parte ya que las humildes viviendas, muchas construidas con adobe, cedieron al sismo. En el Centro Histórico joyas de la arquitectura como las iglesias tenían daños y otras no resistieron como el Templo de San José que quedó en ruinas.
Otros municipios seriamente afectados fueron Mixco, San Juan Sacatepéquez, San Pedro Ayampuc, San Martín Jilotepeque, Salamá, Chimaltenango, donde se observaron varias cuadras sin ninguna casa en pie.
Además de las viviendas y edificios que cedieron ante la furia telúrica, muchos hospitales no se dieron abasto para atender la demanda, se improvisaron centros de atención en patios y afuera de los hospitales.
Una frase que dijera el entonces presidente Kjell Laugerud quedó como símbolo de la fortaleza de los guatemaltecos: «“Toda Guatemala está golpeada más no herida de muerte. Guatemala está de pie».
Para conmemorar el aniversario de este hecho trágico, varias instituciones de socorro organizan simulacros, ya que un terremoto aún no se puede predecir, por lo que la mejor manera de enfrentarlo es con la prevención.