Judas fue uno de los apóstoles de Jesucristo y es conocido en la historia por haberlo traicionado al haber revelado su identidad a los soldados romanos con un beso que le dio en la mejilla.

A Judas, por tanto, se le responsabiliza por la muerte de Jesús. Posteriormente, perseguido por el remordimiento, se suicidó. Por tradición, representa la traición y personifica la maldad, se explica en el artículo La tradición de la quema de judas en Guatemala, de Dalila Gaitán Lara, revista Tradiciones de Guatemala, 2013, Cefol.

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La tradición cristiana convirtió a Judas en enemigo y el pueblo ha dirigido siempre su ira contra él, por eso en nuestro idioma su nombre es sinónimo de traidor y se emplea como insulto. Expresiones populares como el “beso de Judas”, “sos un judas” y “cuídense del Judas” se pronuncian en muchas partes para indicar traición. Judas, por tanto, debe ser quemado el Sábado de Gloria. La costumbre popular señala que también cuando al traidor se le quema, el mal se va con él.

Orígenes

La ceremonia de la quema de Judas aparece en numerosas celebraciones por toda España e Hispanoamérica. Los orígenes parecen remontarse más allá de la Edad Media, cuando su celebración tiene coincidencia con otras fiestas populares desarrolladas en diversos lugares como “la quema de los años viejos”, o las conocidas “fallas”, indica Gaitán. Estas corresponden, probablemente, a ritos anteriores al cristianismo, quizás, a sacrificios de personas o animales con los que se buscaba expiar culpas colectivas y así procurar el perdón de una fuerza superior.

La celebración cobró auge a partir de la Edad Media, quizás como imitación de los juicios y condenas a la hoguera llevadas a cabo por la Inquisición.

Otra versión de la quema de Judas nos remite a la España medieval, donde existía un personaje conocido con múltiples nombres quien luchaba con empeño contra la Cuaresma y siempre moría. Se le llamaba San Tragantón, Carnistoltes, Pelele, Pedro Pérez, Perepalo, Perote, Meco, San Entoido, San Antruejo, Santo Burlesco y Don Carnal.

Este personaje era un muñeco hecho de paja o de trapo a quien se le paseaba por las calles al son de la música, para luego ser enjuiciado y sentenciado a morir quemado. La ceremonia se efectuaba el martes de carnaval, aunque en algunos sitios se realizaba hasta el Miércoles de Ceniza.

En Latinoamérica, la celebración de la quema de judas está aún más difundida y enraizada. Desde Chile y Argentina hasta México, pasando por Colombia, Venezuela, Panamá, Brasil y Nicaragua, miles de lugares repiten año tras año esta tradición importada por los españoles. Los barrios, las asociaciones de vecinos, los bares, restaurantes y hasta empresas celebran con gran abundancia de pólvora.