Cuando el fundador de la editorial Bloomsbury BLPU.L, Nigel Newton, llevó a casa un manuscrito de «Harry Potter y la piedra filosofal», de la por entonces desconocida J.K. Rowling, su hija Alice lo describió como «posiblemente uno de los mejores libros que un niño de 8 o 9 años podría leer».

Veinticinco años después, es una de las novelas más vendidas de todos los tiempos tras haber capturado los corazones y la imaginación de niños de todo el mundo.

«Se lo di a Alice, que se lo llevó arriba (…). Teníamos los capítulos hasta el Callejón Diagon en ese momento», dijo Newton a Reuters. «Ella bajó las escaleras como flotando una hora después diciendo: ‘Papá, este libro es mejor que todo lo que me has mostrado'».

El domingo se cumplen 25 años de la publicación del primer libro de Rowling sobre el mundo mágico de las brujas y los magos.

Rowling se enfrentó al rechazo hasta que Bloomsbury aceptó su obra con un adelanto de 2.500 libras. Su historia se convirtió en un éxito masivo en todo el mundo, generando toda una serie de libros y una enorme franquicia cinematográfica.

«¿Sabía que iba a vender más de 500 millones de ejemplares en el verano de 2022? No, pero sí sabíamos que era una gran obra», afirma Newton. «Fueron los niños y no sus padres quienes adoptaron originalmente este libro. Fue todo un fenómeno de base».

Esos niños hacían cola durante horas frente a las librerías esperando las últimas entregas de las aventuras, que culminaron con «Harry Potter y las reliquias de la muerte» de 2007.

Para algunos, como Jacqueline Hulbert, que ahora tiene 23 años, también les ayudó a disfrutar de la lectura. «Fue simplemente fenomenal. No era nada parecido a lo que había intentado leer antes, porque la historia era lo suficientemente apasionante como para querer seguir intentando leerla», recordó.

La imagen de Harry delante del Expreso de Hogwarts, el tren que le lleva a la famosa escuela mágica, es una de las portadas más reconocidas de la literatura infantil.

Fue realizada por el autor e ilustrador Thomas Taylor en su primer encargo de trabajo. Taylor, que entonces tenía 23 años y trabajaba en una librería infantil, había dejado en Bloomsbury un muestrario de dragones.

«Unos días después(…), sonó el teléfono y era (el editor) Barry Cunningham, de Bloomsbury, que me preguntaba si quería hacer la portada de un nuevo libro de un autor nuevo del que nadie había oído hablar», cuenta Taylor, conocido por los libros infantiles Eerie-on-Sea.

«Y como estaba muy emocionado, dije que sí. Y, por supuesto, no tenía ni idea de en qué se convertiría».

Reuters / Marie-Louise Gumuchian